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Sesenta años salvando vidas: así comenzó la misión de BIOTRONIK

Este año es un año especial para BIOTRONIK, en el que celebramos sesenta años de servicio a la comunidad sanitaria. 

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Y estamos orgullosos de haber contribuido con los médicos y profesionales sanitarios en la labor de salvar vidas en más de 100 países, con millones de dispositivos implantados. En la primera parte de nuestra serie sobre los 60 años de BIOTRONIK, explicamos cómo una idea ha dado forma a la asistencia sanitaria durante generaciones. 

Todo comenzó en 1963, cuando el físico Max Schaldach y el ingeniero eléctrico Otto Franke desarrollaron el primer marcapasos alemán. Max Schaldach, que por entonces era estudiante de ingeniería, también sentía pasión por la medicina. En 1961 aportó sus conocimientos de física a un grupo de trabajo sobre cirugía cardiovascular experimental. Dos años más tarde, el equipo había inventado el primer marcapasos alemán. 

Otto Franke, ingeniero eléctrico aficionado a construir sus propias radios y otros aparatos eléctricos a partir de componentes que él mismo obtenía, era el socio perfecto para el trabajo. Pero eso no significa que fuera fácil. 

La búsqueda de un marcapasos alemán duradero

A principios de la década de 1960, la tecnología de marcapasos aún se encontraba en sus primeras fases a nivel mundial. Los modelos anteriores presentaban una serie de problemas que hacían que su uso fuera, en muchos sentidos, poco práctico. Por ejemplo, las baterías de los marcapasos de la época solo duraban alrededor de un año y muchas fallaban muy pronto. También era difícil trabajar con los primeros materiales de los electrodos. 

Schaldach y Franke, con una formación tan diversa, comprendieron estos retos, no solo querían que Alemania tuviera su primer marcapasos, querían crear un marcapasos que fuera más allá de los modelos de la época, que durara más y tuviera una mejor aplicación en la práctica clínica. Franke colaboró con el Instituto Heinrich Hertz para poder acceder a materiales de última generación, incluidos transistores que podrían permitir al marcapasos consumir menos energía. 

A menudo trabajaban desde primera hora de la noche hasta altas horas de la madrugada. Su perseverancia pronto dio sus frutos.

El primer implante y el nacimiento de BIOTRONIK

A finales de 1963, tras numerosas pruebas con resultados satisfactorios, el Dr. Emil Sebastian Bücherl y su ayudante Ingrid Wittenburg implantaron por primera vez el dispositivo de Schaldach y Franke en un paciente humano. Con todos los ojos puestos en el monitor del paciente, esperaron ansiosos a ver qué tipo de ECG aparecía. Las curvas eran perfectas. El ECG del paciente era normal y mostraba un corazón que latía al ritmo correcto. El marcapasos implantado funcionaba.  

Liderando la innovación y el crecimiento

Schaldach y Franke no solo habían desarrollado con éxito el primer marcapasos alemán, sino que también habían logrado su objetivo inicial de fabricar un marcapasos mejor. Su modelo IP-3 consumía menos energía que los de la competencia y pesaba 15 gramos menos, es decir, un 15 % menos.  

Durante varios años, Schaldach y Franke siguieron trabajando en la casa de Franke en Berlín Occidental. Finalmente, en 1967, abrieron sus nuevas oficinas y empezaron a buscar más clientes. 

Uno de sus primeros viajes fue al otro lado del Muro de Berlín, al famoso hospital Charité, en el distrito central de Berlín Oriental. En poco tiempo, BIOTRONIK se convirtió en el principal proveedor de marcapasos del Charité y de otros hospitales de la Alemania Oriental, algo poco habitual en una empresa occidental. No sin dificultades, ya que el ahora Dr. Schaldach, que se encargaba de la comunicación con los clientes, tenía que solicitar un visado cada vez que cruzaba la frontera. 

La década de los setenta: de los humildes comienzos al éxito internacional

Los viajes del Dr. Schaldach a la Alemania Oriental no fueron más que el primer capítulo de la expansión internacional de BIOTRONIK. En 1973 –diez años después de su primera implantación– BIOTRONIK contaba con 24 empleados, la mayoría en los equipos de producción que Franke enseñaba y supervisaba, antes de empezar a contratar a su primer equipo de ventas. 

Solo tres años después, BIOTRONIK abriría sus primeras sucursales internacionales en Austria y Francia. Antes de que acabara la década, en 1979, habían añadido las sucursales del Reino Unido e Irlanda. Sería el preludio de la rápida expansión internacional en los años 80, incluido el gran e influyente mercado de los Estados Unidos. 

Seguimos orgullosos de nuestros orígenes y de continuar el compromiso del Dr. Schaldach y Franke con una investigación rigurosa que desafía el status quo y mejora el campo de la cardiología al servicio de los pacientes de todo el mundo.